Opinión: El Mayo Feminista del 2018 la violencia contra las mujeres no tiene sesgo de clase

La semana pasada, alumnas del San Javier en Puerto Montt (de la primera generación de egresadas) denuncian frente al colegio abusos cometidos durante su estadía en el establecimiento. La revolución del mayo feminista del 2018 inicia exactamente igual, miles de mujeres universitarias a lo largo de Chile denunciaban a gritos los abusos sexuales cometidos por sus pares, profesores y altos rangos académicos en contra de ellas.

Columna de opinión
09.12.2021
Por Ana González
Presidenta ONG Lideracción, miembro Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres

El Mayo Feminista trajo a colación la multidimensionalidad de la violencia contra las mujeres, lo arraigado y cultural que es el patriarcado, y la inexistencia de clases en el machismo. Fueron víctimas mujeres de todas las condiciones sociales y culturales, depredadas por un único enemigo común, el machismo que como lo dice nuestro emblemático letrero de la Red Chilena, no sólo existe también mata.

Pienso en las jóvenes del San Javier con tristeza y rabia acumulada, de tantos años de activismo en la ciudad, de la soledad y desamparo en la que debemos luchar y sólo me nace un fuerte… ¡no están solas, les creemos!.

Por obvio que pueda sonar, la naturalidad de la exclusión, del abuso y de la discriminación es el enemigo más brutal de una civilización que lucha día a día por construir futuro. Hace muy poco escuché un discurso que Paola Venegas ex Candidata al Senado por la región de los Lagos y nuestra compañera de activismo, daba en Frutillar y decía algo que compartimos en tantas batallas juntas “nosotras no tenemos odio, nosotras construimos y soñamos, por eso nos levantamos y siempre seguimos”.

De eso se trataba ayer, hoy y por sobre todo mañana, se trata de una cultura civilizatoria, se trata de seguir soñando que nuestro país y la región es mejor cuando vivimos en la igualdad, cuando prevalece nuestra humanidad, esa que nos llevó a curar a otras y otros, a defender y cuidar a otras y otros, cuando nos dimos cuenta que sobre la exclusión y la violencia es imposible construir futuro, que vivimos mejor cuando estamos en armonía con nuestra pacha mama, con la tierra que es nuestro hogar, que no tenemos otra, que pertenecemos a ella, que debemos preservarla.

A no de caer, mujeres del San Javier, a no decaer mujeres de los Lagos, que nuestra historia de víctimas, excluidas, discriminadas, abusadas, siempre ha contado con la lucha y con el grito, ese que levanta nuestras identidades tan diversas, ese que reclama nuestros derechos, ese que quiere construir futuro, ese que nos hace avanzar y una vez que avanzamos, lo que sí hacemos es defender lo logrado. Ni un paso atrás, somos más porque juntas siempre hemos sido más.

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