Conversamos con Andrea Teiguel, directora de la Escuela Rural de Quilquico, ubicada en Chiloé, sobre éste, el año que ella misma señala como “de la cosecha”. En agosto viajaron al Palacio de la Moneda para recibir el “Premio a la Trayectoria Margot Loyola”, estrenaron el documental “1712 Levantamiento Mapuche Williche en Chilwe” y actualmente, son invitados a seminarios y universidades a exponer sobre la experiencia de implementar con un curriculum con pertenencia cultural; todo un logro para una escuela rural ubicada en un archipiélago al sur de nuestro país.
01.11.2023
Por Constanza Jiménez
En 2017 Andrea Teiguel, profesora básica y gestora cultural chilota, asumió la dirección de la Escuela Rural de Quilquico. El establecimiento estaba con serios problemas de rendimiento, escasas matrículas y una visión que la destinaba al cierre. Luego de un arduo trabajo, en agosto de este año, la escuela recibe la noticia de ser uno de los cuatro premiados en la octava versión del Premio a la Trayectoria Margot Loyola, siendo la primera escuela en el país en recibirlo. Así, el pasado 15 de septiembre, una delegación de profesores, estudiantes, liderados por su directora viajaron hasta el Palacio de la Moneda, para recibir este reconocimiento de manos de la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Carolina Arredondo.
Es así como entrando en la primavera, se ve el florecer de una Escuela que hace siete años atrás no tenía pronosticado un buen futuro. “Es el año de la cosecha”, comenta una emocionada Andrea Teiguel, directora de este establecimiento. Sin embargo, no ha sido fácil, cuando Teiguel llegó el 2017 para hacerse cargo del establecimiento contaban con una alta deserción escolar, bajo rendimiento y un equipo poco motivado. Sin embargo, hoy la Escuela Rural de Quilquico se instala como un referente local en la promoción de un aprendizaje basado en el patrimonio cultural, el arte y el medio ambiente; una educación con pertenencia cultural.
Mujeres Líderes
Entrevista con Andrea Teiguel
Andrea Teiguel es oriunda de Nercón, Castro, estudió en una escuela rural. Tuvo una infancia dura en los años 80´donde en Chiloé no había muchas posibilidades laborales y los padres debían viajar a la Patagonia por largos períodos de tiempo para trabajar. “No teníamos el derecho a soñar con el futuro”, recuerda. A los 15 años trabajó voluntariamente como coordinadora en el Hogar de Cristo, labor que la marcó profundamente al darse cuenta de que no quería llegar al final de las vidas de las personas para realizar un cambio, sintió la necesidad de comenzar antes, lo que más tarde recae en su vocación como pedagoga. Al ver la realidad de su gente en Chiloé, comienza un sendero de crítica social y un camino en la dirigencia estudiantil en el Liceo Politécnico.
Luego parte a Santiago a estudiar Pedagogía a la Universidad Silva Henríquez, como hija de la educación pública, cuenta que no le fue muy bien en la prueba y tuvo que entrar a una universidad privada, no como ella quería. Sin embargo, al llegar a Santiago fue empujada a un destino que seguramente de otra forma no habría sucedido: allí en Carmen 340 lugar de resistencia de la cultura tradicional, conoce a quien será su maestra: Margot Loyola.
Dado todo este contexto, ¿qué significa el premio a la Trayectoria Margot Loyola para ustedes como institución?
Significa un reconocimiento al camino que hemos construido junto a un equipo, estudiantes, apoderados y vecinos. Es un logro que viene a visibilizar esta apuesta, nuestra Escuela no solo se levantó de una profunda crisis de convivencia y resultados académicos, sino que esta reformulación del proyecto educativo que miraba su tradición y patrimonio, permitió subsanar todas las heridas. Nuestra administración toma este pasado de lucha por una educación de calidad y nuestro equipo apuesta a que sí es posible reivindicar un proyecto distinto dentro del sistema educacional. Nosotros hemos podido poner en valor los saberes locales.
Hoy tras 7 años de esta apuesta, obtenemos este importante reconocimiento. Una apuesta rebelde, porque las escuelas rurales se cierran todos los años, este sistema no apuesta educativo nacional no apuesta por la ruralidad. La invitación a nuestros pares a lo largo de todo el país es mirar respetuosamente dónde estamos ubicados, dialogar con el territorio y nuestra gente, trabajar unidos y es así como los proyectos educativos se vuelven auténticos, innovadores, éticos, no es más ni menos que eso.
¿Cómo fue hacer este cambio en el equipo cuando llegó a liderarlo?
El 2017 fue un desafío para el equipo, hubo resistencia pero ¡creo que les transmití tanta pasión! Se fue armando un equipo donde muchos dejaron colegios particulares para venir a trabajar aquí y se la jugaron por este proyecto, todos tienen biografías muy marcadas por la decepción del sistema educacional y aquí se han re-encantado, este es el último lugar donde apostaron creer en algo distinto. Lo que hacemos aquí en la Escuela de Quilquico es un sueño país.
El equipo tiene profundas convicciones sociales y pedagógicas, es hacernos cargo de todo lo que nos fue negado. Muchos de nosotros vivió la discriminación por tener nuestros apellidos y rasgos de la cultura indígena, por venir del mundo campesino, por cómo hablábamos al llegar al mundo urbano, todo aquello que era motivo de discriminación, ahora la Escuela ahora lo enaltece y pone en valor. Ahora ya no es solo la visión de “Andrea Teiguel”, es la comunidad de Quilquico y esta escuela la que gana el premio Margot Loyola, nuestra tarea es abrirle el mundo a nuestros niños desde su identidad cultural, poniendo en valor Chiloé.
Usted fue discípula directa de Margot Loyola, ¿cómo está presente su legado en la Escuela Rural de Quilquico?
Su legado fue para mí, determinante, la llamo: mi segunda universidad. Me permitió conocer el “atlas humano de Chile”. La manera en cómo ella enaltecía el canto de la mujer campesina, mapuche, aymara y cómo ella valoraba la estética de nuestra gente más sencilla repartida por el patrimonio, es algo que me conmovió profundamente y me cambió la mirada de lo que por mucho tiempo se ha instaurado como proyección folclórica en nuestro país, con estéticas lejanas a lo que es la realidad de nuestra gente.
Cuando me hago cargo de la Escuela, todo este recorrido cultural se conjuga y era también el momento de materializar toda esa crítica que había esbozado de una educación con falta de pertinencia cultural, de la difusión de una idea del folclore estereotipada, entonces en nuestra escuela nos tomamos muy en serio el rescate cultural. Las muestras folclóricas son oportunidades para conocer Chile, el vestuario que aquí se utiliza es fidedigno al que utilizan las compañías de agrupaciones profesionales y hay un gran esfuerzo, no solo económico, sino que de tiempo y una mirada profunda pedagógica. El folclore y la cultura tradicional tienen un rol muy importante aquí, dentro y fuera de la sala.
Muchas familias que llegaron de otras regiones, en pandemia, con niños y niñas, que no son de acá han querido ingresar a la Escuela de Quilquico, ¿cómo evalúa ese fenómeno?
Eso ha sido de un impacto para la comunidad local, porque ha sido muy rápido. No estaban preparados los vecinos para que su proyecto educativo sea de tanto interés. Sin embargo, ha sido muy bueno porque todas las escuelas rurales están a la baja en matrículas entonces es imposible sostener con los mismos hijos de los vecinos. Ha sido positivo porque hemos enriquecido el proyecto educativo. Es significativo que el hijo del pescador estudie con la hija del arquitecto y el hijo del agricultor con el hijo del abogado, así debería ser la sociedad y así se construye el tejido social.
Éramos todos vecinos y no lo sabíamos, la escuela logra ese convivir y volver a mirarnos a quienes habitamos y quienes han decidido venir a vivir a Chiloé por diversas razones, es muy esperanzador por el tipo de sociedad que debemos construir. La escuela hoy se transforma en un sueño de esperanza del Chile que queremos. Muchas familias vienen a esta escuela buscando lo que pudiendo pagar, no encuentran en otro colegio, finalmente es esta autenticidad y valores.
-Usted siendo chilota, ¿cómo ve el escenario actual del archipiélago de Chiloé?
Soy bastante crítica del escenario actual de Chiloé. En términos de políticas públicas a nivel social, habitacional, cultural, educacional, creo que no hemos estado a la altura de lo que Chiloé requiere. De una mirada distinta de una cultura sensible y permeable a los cambios de la globalización, creo que muchas veces se enarbola un discurso pro cultura centrado en una mirada turística, más de una postal.
Estamos muy al debe con Chiloé, con su patrimonio arquitectónico, con la deforestación del bosque nativo , problemas de parcelación, crisis hídricas, siento que no hay una mirada a largo plazo y la mirada de riesgo que debe tener Chiloé por su condición de isla. En pleno 2023 deberíamos tener un currículum de pertenencia cultural para todas las escuelas, que bonito que seamos premiados por eso, pero debería ser una política pública. Yo lamento que aún en Castro no podamos contar con un proyecto educativo de enseñanza media vinculado a la ruralidad, al medioambiente, estamos rodeados de iglesias Patrimoniales y aún en el 2023, no podemos contar con una alternativa distinta. Me atrevo a pedirlo y a seguir soñando, por estos niños, que aún sus familias no le encuentran sentido a la educación-media urbana.