Se viene otro día del profesor/a y me siento completamente segura de la decisión que tomé, aunque me di varias vuelta. No entré directamente a la pedagogía, estudié trabajo social y después la licenciatura en humanidades, para sacar la pedagogía oficialmente.
Columna de opinión
15.10.2021
Por Isidora Montecinos
Profesora
Me daba miedo ser profesora. Me daba miedo sentir que podía cambiar el mundo desde áreas más desiertas y conflictivas. Me daba miedo “perderme”.
Ahora miro atrás y la verdad es que pongo los ojos en blanco, levantando la ceja y diciendo “deja de alumbrarte, pendeja”. El mundo necesita justamente buenos profesores. Las áreas más desiertas y más conflictivas son en la sala de clases, son conociendo y agradeciendo cada mundo y cada vida de tus estudiantes, es entendiendo su historia y sus actitudes, es alegrarte inmensamente con sus logros y contenerlos en sus penas y sus miedos.
Es pelear contra un sistema que quiere que todos sean iguales y dejarlos explorar su individualidad. Es lograr que se sientan libres de ser quienes son, aunque cada persona les diga que tienen que cambiar para encajar.
Quiero ser la profesora que necesité en mi infancia y mi adolescencia, y replicar actitudes de esos docentes que cambiaron mi vida.
Quiero que mis estudiantes aprendan de la vida y de los caminos posibles e infinitos, que aprendan más allá de letras y fechas y números, si no que de si mismos y de sus talentos.
Quiero que la carrera docente sea valorada y calificada por lo tremenda y significativa que es, dejando de lado condiciones injustas y dejando de romantizar el cansancio y la vocación como excusa para llegar a rastras en cada fin de año.
Necesitamos un país que aprecie a sus profesores, con toda la admiración y valoración que los profesores tienen por sus estudiantes.
Feliz día, colegas. ¡Sigamos!