Dicen que los nueves meses siguientes al posparto son de “exterogestación”: es decir, que se deben entregar a la guagua las mismas condiciones que tenía en el útero. Atención plena de su madre o cuidadores, satisfacción inmediata a sus necesidades básicas, contención y seguridad.
Columna de opinión
17.03.2023
Por Isidora Montecinos
Profesora
Mi hijo entró a la sala cuna cuando tenía casi nueve meses, así que se podría decir que completamos otro check en la infinita lista de las nuevas maternidades. Evidentemente no dependía de mi. Dependió de mi carrera (soy profesora así que justo nos topamos con las vacaciones de verano), dependió de la extensión del postnatal de emergencia, dependió de la suerte de tener un marido que hace teletrabajo varias veces a la semana y me hizo sentir fuerte, y dependió de tener asegurado un lugar que pudiera cuidar a mi hijo para irme a trabajar tranquila.
Todo el tiempo que tuve a mi hijo solo para mi fue de conocernos, de aprovechar nuestras siestas juntos, de consolarlo en cada llanto, de disfrutar sus primeras risas y sus primeros todo, pero también de quejarme por lo difícil y de llorar a la par con él, de sentirme sola y desconocida, y de sentir que al momento de los quiubo, tengo tres amigas con las que contar.
Creo que las mamás también necesitamos un tiempo de exterogestación. El proceso va a ser cada vez más fácil, pero hasta el momento las primeras semanas han sido brutales. Camino como si me faltara un pedazo de mí, me duele echarlo de menos o pensar si él se siente dejado de lado. Me duele que volviendo de la sala cuna y del trabajo, tengamos poco rato: a comer, jugar unos momentos, bañarlo y a dormir. Luego, todo se repite en un loop que hasta ahora parece eterno.
Eso me ha enseñado a querer aprovechar más nuestros momentos y a pensar en el fin de semana como un espacio protegido para mi familia. Supongo que eventualmente las rutinas se aceptan y no cambiamos la forma de relacionarnos, si no que nos reconocemos en nuevos roles: mamá y papá trabajan fuera de la casa, pero siempre estamos juntos. La distancia es momentánea.
En el intertanto, a abrazarnos todo lo que podamos, que el tiempo pasa rápido.