Editorial:
Urge educar a las nuevas generaciones en el respeto a todas las personas sin importar su género, identidad sexual, color de piel, origen o religión para lograr sociedades equitativas. Nadie nace odiando a los demás decía Nelson Mandela, la discriminación es algo que se inculca con ahínco a niños, adolescentes y adultos.
28.06.2023
Constanza Hitschfeld
Editora
Vivimos en un mundo heterogéneo y diverso donde la diferencia es la norma. Esta infinita variedad humana que asombra, inspira y enriquece merece igualdad ante la ley. El reconocimiento social y normativo de la diversidad es básico para una democracia plena.
En un mundo diverso todos somos diferentes pero deberíamos disfrutar de los mismos derechos y deberes. Esta es una lucha constante que sigue vigente aún con más fuerza cada celebración del Orgullo LGTBI.
Hoy es uno de los días más reivindicativos del año. Está marcado por los disturbios de Stonewall, en Nueva York, donde la colectividad enfrentó a la policía exigiendo la igualdad de derechos y no discriminación en 1969.
“El derecho a tener derechos”, acuñado por Hannah Arendt tras la Segunda Guerra Mundial, sostiene que estos son garantizados bajo el marco legal de un estado-nación. Una condición necesaria para lograr la protección universal de los derechos humanos fundamentales.
Sin embargo en materia de respeto a la diversidad queda mucho trabajo por hacer. Actualmente 70 naciones del mundo criminalizan las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, según el Informe Homofobia de Estado 2020 de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA) World.
En 11 países aún existe “pena de muerte” para adultos del mismo sexo que mantienen relaciones sexuales consensuadas. Territorios de los cuales las personas huyen por falta de igualdad de derechos incluso arriesgando sus vidas.
El matrimonio entre personas del mismo sexo es reconocido en 26 naciones, entre las que están Colombia, México, Uruguay, Brasil y Chile. Desde 2021 la ley chilena otorga, a las parejas del mismo sexo, “acceso igualitario al matrimonio civil y reconoce a las familias homoparentales, sea por adopción o técnicas de reproducción asistida”.
La brecha entre países sigue siendo enorme a pesar de los notorios avances. El surgimiento de movimientos populistas, que promueven el odio, amenaza con un retroceso inclusive en los países más desarrollados.
En España, desde donde escribo estas líneas, los noticieros informan sobre los municipios o ayuntamientos, recientemente electos, que dejaron de exhibir la bandera multicolor.
Una comunidad global equitativa plena y feliz requiere “igualdad de derechos” para todas las personas en cada uno de las naciones. La igualdad de oportunidades permite crecimiento mutuo, en el intercambio, gracias a la diferencia y sus riquezas derivadas del trabajo y creatividad humana.