La ciudad de Puerto Varas, también conocida como ciudad de “Las Rosas”, de la comuna del mismo nombre se encuentra ubicada (en las coordenadas 41° latitud sur y 72° longitud oeste) en la provincia de Llanquihue (en idioma mapudungún significa lugar escondido, lago escondido), región de Los Lagos, país Chile.
Su fundación se remonta a fines del año 1853 debido a la llegada de los primeros colonos europeos, impulsados por el agente colonizador Bernardo Philippi, y luego de las expediciones realizadas por Vicente Pérez Rosales en compañía del williche Pichi-Juan.
Los primeros 212 colonos llegaron a Puerto Varas a fines de 1853 al sector de La Fábrica, lugar donde terminaba el camino desde Melipulli (en mapudungún cuatro lomas), actual Puerto Montt. En ese lugar se ubicaron las familias Bittner, Von Bischofshausen, Gebauer, Nettig, Schmike y posteriormente Klenner, Vymeister, Schwabe, Leichthe, Luckeheide, entre otras.
Debido a la fundación de Puerto Varas en 1854, el camino desde Melipulli pronto llegó hasta la orilla del lago, actual Puerto Chico. Y años más tarde, precisamente el de 6 de julio de 1859 se delimitaron las subdelegaciones y distritos que dividían el territorio de Llanquihue, correspondiente al Distrito N.º 1 de la Subdelegación N.º 2, nombrándose Puerto Varas en honor al entonces ministro del Interior Antonio Varas. Ciudad que rápidamente fue creciendo hasta obtener el título de Villa el 30 de octubre de 1897.
La comuna de Puerto Varas fue creada oficialmente el 30 de diciembre de 1925 a través del Decreto Supremo N.º 8583 del ministerio del interior, que dividió el territorio nacional en provincias, departamentos y comunas.
En la actualidad, la comuna de Puerto Varas es reconocida como un centro de importancia turística nacional, siendo la puerta de entrada a la Patagonia chilena y ruta obligada del circuito de los grandes lagos del sur de Chile y Argentina, a través del Paso Internacional Vicente Pérez Rosales.
Orígenes profundos de Puerto Varas, parte 1:
Podríamos considerar como punto de partida en esta historia los vestigios encontrados en Monte Verde, sitio arqueológico ubicado a 25 kilómetros oeste de la ciudad de Puerto Montt, donde se encontraron indicios humanos que datan de 18.000 años atrás, gracias al trabajo realizado por el investigador norteamericano Tom Dillehay en colaboración con científicos de la Universidad Austral de Chile desde 1997.
La evolución de los williches (en mapudungún gente del sur), indígenas de la actual provincia de Llanquihue, se vio quebrada a fines del siglo XVI con la conquista española, motivando enfrentamientos bélicos entre la originaria y la dominación extranjera. El escenario de los enfrentamientos fue principalmente el corredor Osorno-Carelmapu e incluyó el debilitamiento de los williches en el Llanquihue, el incendio de ciudades españolas y el posterior despoblamiento del territorio en los siguientes siglos.
Dicho despoblamiento, es lo que motivó a los gobernantes chilenos de la década 1830-40 a iniciar una política de inmigración europea al sur de Chile. Para esto el presidente Manuel Bulnes proclamó en 1845 la primera ley de colonización.
Según expresa el agente colonizador Vicente Pérez Rosales en sus memorias “Recuerdos del pasado”, en vísperas del arribo del primer navío salido desde Hamburgo en 1849, aumentó el número de detentadores de los terrenos considerados baldíos, que el gobierno reservaba para las familias colonizadoras del sur de Chile.
“En vano el Gobierno, para precaver su mal, había comisionado al activo e inteligente sargento mayor de ingenieros Philippi a reconocer y deslindar los terrenos fiscales que debían repartirse entre los inmigrados, así como después al modesto e inteligente ingeniero Frick para continuar la misma trabajosísima tarea durante el tiempo en el que el incansable Philippi, trasladado a Alemania, trabajaba allá para promover la inmigración hacia Valdivia porque, a medida que aumentaba la posibilidad de que llegase a Chile la primera expedición, aumentó tanto el número de los detentadores de los terrenos por tanto títulos considerados baldíos, se podía decir que no se encontraba en el territorio de colonización una sola pulgada de tierra que no reconociese algún imaginario dueño”, explica en entrevista “imaginaria” Vicente Pérez Rosales a Diario Puerto Varas.
Los problemas con los terrenos prometidos a los colonos en Valdivia, impulsaron a Pérez a realizar la exploración del “paraje escondido” o “lago escondido” nombrado así en el mapudugún como Llanquihue.
“Informes maduramente recogidos me convencieron de que solo podía encontrar lo que deseaba en el corazón mismo de la inmensa y virgen selva que, extendiéndose desde Ranco, cubría la extensa base de los Andes hasta unir sus raíces en las salobres aguas del seno Reloncaví (hoy provincia de Llanquihue). De esa sombría región sólo los indios (la palabra correcta es indígenas, indio es gentilicio del país India) podían dar tal cual cabal noticia, por ser de todo punto imposible penetrar en ella sino a pie y abriendo a fuerza de machete por entre las enramadas angostísimas veredas que la fuerza de la vegetación y la caída de los ganchos no tardaban en borrar”, narra en sus Recuerdos del pasado el agente colonizador.
Y continúa relatando que, “Impuesto de que, a poco caminar, hacia el SE. de Osorno debía encontrarme en la zona occidental de esa selva cuyo centro ocupaba la laguna de Llanquihue, a pesar de cuanto hizo el gobernador para disuadirme del propósito que concebí de penetrar en ella salí para ese temido lugar acompañado con el señor Frick y con dos indios prácticos”.
Estas son las primeras referencias sobre el Llanquihue en textos antiguos. Lugar escondido, considerado en aquella época como un lugar peligroso, en el cual ningún humano occidental había osado adentrar. Acompañado de Pichi-Juan Vicente Pérez Rosales consideró era una empresa posible de realizar. Y motivado por la ambición y la necesidad de encontrar nuevos terrenos para los colonos, emprendió su viaje… Esta historia continuará.
