Señora directora,

Desde distintos ámbitos se levanta contundente información respecto de las secuelas que está dejando esta pandemia en nuestros niños y jóvenes. El déficit en lenguaje es uno de ellos, que se hace más evidente en la primera infancia: los niños muestran un vocabulario reducido, no pronuncian bien las palabras para comunicarse, tienen dificultades para mantener el tema en las conversaciones, su comprensión oral está disminuida.  Estos datos se vuelven aún más preocupantes a la luz de la evidencia que revela la baja asistencia actual a la educación parvularia.

El diagnóstico está claro y no es bueno. Se requiere de trabajo en conjunto y coordinado de políticas públicas, que releven la importancia de este segmento educativo e impulsen la participación en ella;  de las instituciones formadoras de docentes,  preparando a las futuras generaciones que se harán cargo  profesionalmente de estos niños y niñas, de manera de lograr reducir las brechas identificadas; y de los centros de investigación que dado este diagnóstico, seamos capaces de monitorear los avances para orientar el trabajo pedagógico y ofrecer herramientas a los docentes en ejercicio que contribuyan a alcanzar los muchos aprendizajes perdidos.

Sin un trabajo coordinado, el costo se evidenciará en el capital humano de nuestro país en algunos años más.

Francisca Valenzuela
Directora Ejecutiva CIIL
Universidad de los Andes
17.10.2022