Hace pocos días cuando se lanzan las 40 horas laborales, se meditaba respecto cuánto vale pasear y admirar el cielo, caminar por un parque, leer un cuento, soñar despierto, etc. Antonia Barra ni siquiera podrá hacer esa reflexión mucho menos admirar el mundo maravilloso que se nos aparece cuando observamos.

Columna de opinión
29.08.2022
Por Ana González
Presidenta ONG Lideracción, miembro Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres

Martín Pradenas fue condenado a 20 años de prisión, la pena más alta en materia de delitos sexuales, pero no fueron los 40 años que pedían y/o que correspondían. La madre de Antonia desconsolada quería la pena máxima, la justicia, porque es cierto cuánto vale una vida humana que es única e irrepetible, es un tiempo que no se vivirá, sueños que se derrumbarán en los vivos.

Pradenas, una vida con el propósito de dañar a otras, pensada para depredar y tomar todo aquello que quiera. Nunca confesó su responsabilidad, sus abogados y abogadas establecieron las tesis de defensa más ofensiva y misóginas. ¿Cuánto vale ese dolor adicional causado a las familias de las víctimas? Recuerdan el caso de Nicolás Zepeda en Francia, nunca dijo dónde estaba Narumi, una madre y hermana parten a Japón sin saber, sin recordar y sin honrar a su ser amado.

Deben ser ejemplares y máximas las penas porque la vida es irrepetible, no puede temblar la mano porque hacemos consideraciones a otras vidas humana y sobre todo porque en esos seres humanos como Pradenas y Zepeda no hay humanidad, están vacíos y son ahora y seguirán siendo un peligro para otras preciadas vidas humanas de mujeres. No hay culpa o intento de buscar perdón, no hay arrepentimiento, no son crímenes de accidente o al azar; son parte de la naturaleza machista y posesiva que no les permite aceptar la diversidad humana, no entienden que en la vida no se puede tener lo que uno quiera a cualquier costo y que las mujeres no son objetos ni cosas.

Pese a lo ejemplar de la pena, esto ocurre porque una familia completa estuvo años trabajando organizadamente para obtener justicia, porque había recursos y por cierto una tremenda colaboración de las activistas feministas, esas que tanto castigan en lo público, pero que tanto aportan en el cambio civilizatorio. Que la señal sea para todas las otras mujeres: las desaparecidas que nunca hemos encontrado, las que en silencio van enloqueciendo con el dolor, las que parten en miseria y abandono, que la señal sea las mujeres tenemos derecho a una vida libre de violencia, es un Derecho Humano básico y fundamental, que diverso es hermoso, que cambiar nos hace bien, que la igualdad es parte fundamental de un cambio civilizatorio.

La Nueva Constitución es fuerte en mujeres, es observada con sueños de esperanza, porque no olvidaremos nunca que fue escrita por una Convención no sólo democrática, sino que en paridad. Nuestros temas, agenda, derechos, sueños y esperanzas están ahí queremos que el nuevo Parlamento de Diputadas y Diputados sea paritario, que las instituciones públicas sean paritarias. Ya es tiempo de construir mejor, de dejar un mundo sano, justo, amplio en calidad humana, preparado para esas niñas que tendrán una vida mejor.

En estos días veíamos a Gonzalo de la Carrera y antes a Pedro Pool a esos odios hay que enfrentar, persiguen adolescentes con la naturalidad de observar el cielo y el sol. No se puede comprar calidad humana, no se puede comprar la lluvia, ni los dolores ni las alegrías, se puede prevenir que depredadores trunquen los sueños y vidas humanas. En la Red Chilena Contra la Violencia Aprobamos porque queremos un cambio civilizatorio, igualdad y una vida libre.