Lo reconozco: Arturo Prat es uno de mis héroes favoritos. Asumo que puede quizás ser una opinión muy sesgada y parcial frente a otros personajes patrios tan o quizás más relevantes que el mismo, como lo pueden ser un O’Higgins o Carrera. Pero que dadas sus propias biografías o de lo que hicieron resultan también ser personajes muy complejos y contradictorios. Pero Prat, quizás con una biografía más sencilla y ordinaria se revela como un personaje más prístino y coherente.

Columna de opinión
20.05.2022
Por Aldo Fredes
Director Centro de Estudios Latitud Patagonia
Universidad San Sebastián, Sede De la Patagonia

Ante un nuevo aniversario que conmemora su temerario acto del 21 de mayo, justo es decir que dicha acción también ha eclipsado lo que fue su existencia en vida, es decir, adentrarnos más en su humanidad que en su sacrificio.

Está demostrado que Prat en su corta vida fue un hombre ético y honesto, con un sentido del deber y de servicio público quizás imposible de entender hoy. Vivió de manera muy sencilla y austera. Un hombre corriente que se convirtió en héroe bajo circunstancias extraordinarias, sin haberlo deseado ni buscado, arrastrado por la ola de la historia como a tantos otros.Como abogado de profesión ofició sus servicios en innumerables ocasiones para defender a muchos de sus compañeros de armas en las cortes marciales, incluso ante las infracciones más mínimas. Y ello con mucho celo y preocupación por ellos.

Será en su epistolario -principalmente en sus cartas a su esposa Carmela Carvajal- donde se revela quizás la fibra más íntima de su humanidad. No solo por las vicisitudes, temores y anhelos que a diario lo embargan, sino especialmente, de su inmenso amor y celo que expresa por su familia; desde la profunda nostalgia de extrañarles hasta de ocuparse de los mínimos menesteres del hogar desde la distancia.

Frente a toda la contingencia política y pública que vive el país, con una nueva y protagonista generación de jóvenes que parecen haber logrado “asir el futuro por las astas” abriendo el cauce de nuevos tiempos históricos, pero también envuelta muchas veces con cierta presunción de que el pasado es irrelevante y que la historia parece comenzar con ellos (aunque a decir verdad la Historia logra la mayor de las veces siempre imponer sus propios derroteros y avatares de forma inédita, inesperada e impensada), no es aventurado afirmar que la figura de Arturo Prat Chacón aparece como un referente oportuno y aleccionador para nuestros tiempos. No en el sentido de endiosarlo como es ya lo habitual en estas fechas, sino más bien en reparar en su propia vida pública ejemplar. Lo que hace que su trascendencia histórica se enaltezca aún más.

Siempre se ha enseñado en nuestras Escuelas rememorar a Arturo Prat por su inmolación y lo que significó para el país. Quizás ya sea bueno comenzar a recordarlo no por la forma en que murió, sino por cómo vivió.