El enfoque de derechos en discapacidad asume que las personas con discapacidad tienen los mismos derechos que las personas sin discapacidad. Esta igualdad de derechos se reconoce de manera explícita en tratados internacionales como la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD) a la cual el Estado de Chile adhiere, así como en la ley chilena. Para lograr que las personas con discapacidad realmente puedan participar en igualdad de condiciones es necesario tomar medidas que eleven la accesibilidad y que aseguren la entrega de ajustes razonables.
Columna de opinión
06.10.2022
Por Paulina Arango
Investigadora asociada, MICARE
Académica de la Escuela de Psicología, Universidad de los Andes
Usualmente, cuando pensamos en accesibilidad, lo primero que se nos viene a la mente son medidas de accesibilidad física (como las rampas en los edificios y en la calle) o sensorial (como contar con textos en braille o el recuadro de lengua de señas en los programas de televisión). Sin embargo, pocas veces pensamos en la accesibilidad cognitiva, que se refiere a la implementación de estrategias y medidas que ayudan a que los textos, los espacios y los servicios puedan comprenderse mejor.
En el mundo actual nos exponemos todo el tiempo a muchísima información que cambia rápidamente, que viene de muchos lugares diferentes y que puede ser compleja de entender. En este contexto, la accesibilidad cognitiva es fundamental para que las personas con discapacidad intelectual y otras condiciones del neurodesarrollo puedan participar plenamente en la sociedad, pero no beneficia únicamente a estos colectivos. También es útil para otras personas, como las que no tienen como primera lengua el español, las personas mayores con deterioro cognitivo, los niños y, en realidad, a todas y todos nos ayuda algunas veces recibir explicaciones más simples para hacer trámites, tener mapas en los lugares que no conocemos para que nos ayuden a saber fácilmente hacia dónde debemos ir, o tener versiones más claras de documentos complejos, como los contratos y documentos legales.
Últimamente, se ha visibilizado la necesidad urgente de generar cambios que nos permitan contar con un país en el que todas las personas puedan participar y, en este esfuerzo, no podemos olvidar la accesibilidad cognitiva. La Lectura Fácil es una herramienta esencial para contar con accesibilidad en documentos, incluyendo los libros escolares, libros de literatura, las leyes, e incluso los contratos de trabajo o de los servicios que contratamos (desde una línea de celular o el servicio de cable, hasta el contrato de la Isapre o la compra de una casa). También nos permite hacer más accesibles los lugares públicos, por ejemplo, cuando en un museo las explicaciones e información sobre las obras de arte cumplen con los estándares de Lectura Fácil.
Los textos en Lectura Fácil tienen la misma información que el texto original, pero presentado en un lenguaje más claro, sencillo, con un formato que facilita la comprensión y que incluye el uso de glosarios que definen las palabras complejas y, muchas veces, de pictogramas o imágenes que ayudan a que la información se entienda mejor. Un aspecto muy relevante de la adaptación a Lectura Fácil es que las personas con discapacidad intelectual están en el centro del proceso, ya que todos los textos deben ser validados por personas con discapacidad intelectual o con dificultades de comprensión. Solo ellas y ellos pueden verificar que el material se comprende adecuadamente, lo que les hace indispensables en este proceso.
En Chile contamos con pocos textos que cumplan los estándares internacionales para la Lectura Fácil, pero ya hay algunos equipos especializados que trabajan en esto, y organizaciones públicas y de la sociedad civil que han avanzado en el desarrollo de material en Lectura Fácil. Es importante que sigamos avanzando en este camino hacia la inclusión, considerando la accesibilidad para colectivos tradicionalmente invisibilizados, como lo son las personas con discapacidad intelectual y otras condiciones del desarrollo.