A pocos días para el plebiscito de salida y gran parte de los y las representantes de la política de nuestro país invierten su tiempo en defender una convicción política por sobre la información legítima y objetiva a la ciudadanía. Y no es de extrañar, finalmente gran parte de los conflictos que observamos se originan en el fanatismo por defender lo que cada cual, de manera autónoma, consideran que es lo correcto. No obstante, el fanatismo y la irracionalidad han llegado a difundir aspectos tergiversados respecto a la propuesta de la nueva constitución, confundiendo a miles de personas que no se sienten representadas por algún abanderamiento político. Peor aún, han hecho que aspectos tan importantes como lo es la educación de nuestros niños, niñas y adolescentes no sean tocados con la profundidad necesaria, incluso en los colegios, por la incapacidad de plantear puntos de vista de manera objetiva, profesional y dejando de lado este dañino fanatismo político.
Columna de opinión
02.09.2022
Por Nadia Garcés Montes
Profesora y Encargada de Convivencia Escolar
Pero ¿Qué dice realmente sobre educación la propuesta de texto constitucional?
La educación se encuentra abordada con mayor profundidad en una serie de normas respecto a derechos fundamentales y garantías, los cuales se encuentran ausentes en la constitución actual.
El artículo 36 de la propuesta de nueva constitución detalla la definición del sistema nacional de educación, el cual se encuentra integrado por establecimientos e instituciones de educación parvularia, básica, media y superior, los cuales se articulan bajo principios de colaboración y centrando la experiencia de aprendizaje de los y las estudiantes. Plantea, además, que no podrán discriminar en su acceso y que el Estado brindará oportunidades y apoyos adicionales a personas con discapacidad y en riesgo de exclusión. Alude también al rol de la educación pública y estatal, por medio de elementos que definen un Estado más activo y articulador de carácter laico y gratuito, generando un cambio epistémico en materia de educación, tal como explica el académico Jesús Redondo, quien plantea que el foco “deja de ser un mero servicio público privatizado y se convierte en un auténtico derecho social”
En relación a la libertad de enseñanza detallada en el artículo 41, tema central de debate y bifurcaciones de opiniones erradas y poco fundamentadas, en la cual se ha dicho que padres, madres y apoderados no podrán escoger la educación de sus hijos e hijas, el nuevo texto expresa lo siguiente: “La Constitución garantiza la libertad de enseñanza y es deber
del Estado respetarla. Esta comprende la libertad de padres, madres, apoderados y apoderadas a elegir el tipo de educación de las personas a su cargo, respetando el interés superior y la autonomía progresiva de niños, niñas y adolescentes”.
Otro punto central y aplaudido por los y las constituyentes más respetadas a nivel mundial es una educación con enfoque de género. El artículo 40 establece “toda persona tiene derecho a recibir educación sexual integral, que promueva el disfrute pleno y libre de la sexualidad; la responsabilidad sexoafectiva; la autonomía; el autocuidado y el consentimiento; el reconocimiento de las diversas identidades y expresiones del género y la sexualidad; que erradique los estereotipos de género, y que prevenga la violencia de género y sexual”
En cuanto a la educación ecológica y el medio ambiente, el artículo 39 establece que “ El Estado garantiza una educación ambiental que fortalezca la preservación, la conservación y los cuidados requeridos respecto al medio ambiente y la naturaleza, y que permita formar conciencia ecológica”
En la constitución actual los derechos sociales se encuentran menos desarrollados, sólo hay dos artículos focalizados a ello: el derecho a la educación y la libertad de enseñanza. Temas tan profundos e importantes que permitan avanzar a una educación más integral quedan excluidos. A nivel social nos encontramos enfrentando cambios de paradigma que deben ser sustentados bajo las normativas de una constitución que garantice no solo un desarrollo humano integral, sino también social y no discriminatorio.