La TV está llena de clichés y frases hechas. Una de las más repetidas y que sirve para traer calma entre los trabajadores que con justa razón se ponen nerviosos cuando las cosas salen mal es que “la televisión es cíclica” y que es sólo cosa de tiempo para que algo antiguo vuelva a atraer al público. Hoy los canales están estrujando ese ciclo a más no poder con buenos potenciales resultados.
Columna de opinión
12.11.2021
Por Federico Sepúlveda
Periodista
Fue casi como una especie de día de la marmota. Si no se ponía suficiente atención hubiera sido difícil distinguir cuándo terminó “El discípulo del chef” y cuándo volvió a empezar en Chilevisión. Lo mismo pasó con “The Covers” en Mega. Ambos programas terminaron en menos de 7 días sus primeras temporadas y comenzaron sus segundas respectivas.
¿Qué implica esto? Primero, lo más evidente: los ejecutivos decidieron aprovechar la buena inercia y decidieron invertir en mantener la rueda girando, lo que es una buena noticia para los trabajadores de un sector golpeado por la pandemia y que les da estabilidad.
Segundo: salieron de la lógica de un año-una temporada. Eso es una aproximación interesante para una industria que debe competir contra las infinitas posibilidades del Streaming. Es una especie de certeza y confianza que se entrega al público, como diciendo “aquí tú siempre vas a saber qué hay y te garantizamos que te gustará, en lugar de perder 45 minutos pensando en qué ver para terminar sintonizando la misma serie que ya te sabes de memoria”.
Tercero: después de una época oscura llena de producciones envasadas, los canales confirman su apuesta por los formatos televisivos más frescos. Estos no sólo deben alcanzar estándares de calidad internacionales, sino que son garantía de levantar contenido de entretenimiento y mantener viva una narrativa al respecto. Debe haber gente que quiera concursar o famosos que participen, y eso significa que las producciones deberán echar mano de jóvenes artistas y entretenedores; ya basta solamente con los mismos invitados que por décadas han ocupado la totalidad del espacio televisivo.
Claro, en los programas de canto se sigue usando una carpeta bastante acotada de música y suenan las mismas canciones desde hace 20 años o más, pero por algún lado se debe empezar.
Con esto podemos estar frente a un momento de refresco en la televisión chilena. Por supuesto habrá posiciones contrarias y que se dediquen a salvar el rating comercial con producciones baratas para vender publicidad a costo alto. Ojalá que, si es así, sea con una visión de futuro y de acuerdo a los nuevos tiempos. No todo el mundo puede apostar en grande y ganar. Ojalá se juegue inteligentemente con tal de que Chile tenga una programación digna del año 2022 y no de una década atrás con presupuesto reducido.