Según la encuesta realizada por la fundación Aequealis, un 68% de los y las estudiantes que cursan pregrado declaran sentir o tener un diagnóstico por algún problema de salud mental. Este escenario, agudizado por los efectos de la pandemia, por cierto, hizo que distintas universidades tuvieran que reforzar y actualizar programas de prevención ante las complejidades que ello implica. Entre una de las más alarmantes consecuencias es la ideación suicida, la cual aumentó desde el 2019 acrecentadamente.
Columna de opinión
13.02.2023
Por Nadia Garcés
Profesora y encargada de Convivencia Escolar
Pero ¿este escenario radica solo en los efectos colaterales de la pandemia? La respuesta ante aquella inquietud puede responderse de distintas aristas. Aunque lo cierto es que la crisis sanitaria y el confinamiento tienen una responsabilidad efectiva en dichas consecuencias. Sin embargo, la invitación es a reflexionar si la formación a priori a la educación superior incide en los niveles formativos y la adquisición de reales competencias para enfrentar una carrera universitaria en nuestros y nuestras estudiantes.
Con frecuencia, la calidad de la educación de niños y niñas es prioridad. Constantemente se observan ideas y propuestas para mejorar la formación que están recibiendo, principalmente la pública, pero hasta la fecha resulta complejo poder acertar en revertir el debilitamiento que se encuentra enfrentando la educación pública de nuestro país. Algunos comentan que la respuesta para mejorar los estándares de la educación son a través del currículum y las competencias por medio de saberes conceptuales, procedimentales y actitudinales, pero otros focalizan su atención en robustecer las técnicas de autonomía y metacognición.
En cualquiera de las propuestas posibles la pregunta es ¿Qué aprende realmente el o la estudiante tras doce años de formación continua? ¿Cuáles son las herramientas adquiridas para enfrentar la educación superior? ¿Qué asignatura reciben en enseñanza media para consolidar sus métodos de estudios, disciplina académica y tolerancia a la frustración?
Como es sabido, la educación pública de nuestro país enfrenta niveles precarios en su formación. Y esta crisis incide en los bajos niveles de formación que adquieren los y las estudiantes antes de ingresar a la educación superior, teniendo que aprender de manera autodidáctica la rigurosidad y la disciplina que cualquier carrera técnica o profesional requiere.
Si bien la pandemia generó efectos devastadores en la salud emocional de nuestros y nuestras estudiantes, también debemos prestar atención y no olvidar que la enseñanza media es crucial para adquirir innumerables herramientas que permiten mantener un mayor hábito de estudio y tolerancia a los niveles de estrés a causa del estudio.
