¿Qué pasa en Netflix?

El 5 de octubre Netflix estrenó globalmente el especial de comedia “The Closer” del cómico Dave Chappelle, uno de los standuperos más importantes del mundo. En él Chappelle hizo una serie de chistes y comentarios sobre la comunidad trans que no fueron bien recibidas por trabajadores de la compañía. ¿Qué pasa cuando una de las compañías más progresistas del mundo choca con sus propios intereses?

Columna de opinión
22.10.2021
Por Federico Sepúlveda
Periodista

Hace tiempo que la inversión en comedia de Netflix es una de las más grandes del mundo y eso implica entrar en terrenos pantanosos porque son justamente los cómicos los que están más al borde de lo apropiado. Es ahí donde entran artistas enormemente variados de distintos estilos, edades, nacionalidades, orígenes sociales, colores de piel, géneros, e identidades en general.

En ese contexto Dave Chappelle firmó un contrato por tres especiales a cambio de un par de piscinas de plata; sólo “The Closer” costó US$24,1 millones, mientras que la temporada completa de “El juego del calamar” (9 capítulos) costó US$21,4 millones. Su misión era ahondar su prolífica carrera con su sátira observacional basada en temas raciales. Así lo hizo y dejó varios cadáveres en el camino.

En su último especial se refirió a las polémicas que dejaron los anteriores y no se dedicó exactamente a pedir perdón. Así pasó con los chistes sobre gente transgénero. Él se declaró TERF (sigla en inglés para decir feminista que excluye a los trans) y pidió que se valorara las vidas de los negros en EEUU con la misma facilidad que se defiende a la gente LGBTIQ+. Ese comentario no cayó bien y comenzó una verdadera revuelta al interior de Netflix.

Primero un grupo de trabajadores trans protestaron la publicación del show de Chappelle, a lo que Netflix respondió defendiendo al cómico y eso sólo fue echarle aceite al fuego. Netflix tiene una política que estimula y potencia las discusiones entre los empleados. En su filosofía esa es la forma en la que los temas se mantienen a la vanguardia. Por otro lado, Netflix también es famosa por despedir a sus empleados con una facilidad que sorprende a los más liberales.

Así comenzó la semana más difícil del gigante del streaming, y de ahí sólo se ha agitado más la cosa. El miércoles 20 de octubre se organizó una protesta por mejores condiciones laborales para la comunidad trans y donde también se criticó lo que llamaron la “Economía del Odio”, en la que se busca conseguir beneficios a raíz de discursos que promueven el maltrato a algún grupo desfavorecido. La organizadora de esa protesta (negra y embarazada) fue despedida, provocando otra debacle.

No es este el lugar para discutir los límites del humor, de la corrección política o de las políticas de empleo de Netflix. Sin embargo, desde un punto de vista artístico sí vale la pena plantearse la pregunta de qué debe privilegiar la principal compañía de distribución audiovisual del mundo. ¿Debe priorizar la libertad de expresión de sus creadores de contenido, o debe apuntar en la dirección del movimiento cultural más importante del momento?

Comentarios en Facebook